Carente de ti.


¿Qué es lo que en verdad soy, qué cometido tengo en la vida? Oh, si no sé ni en qué día vivo, ¿voy a saber sobre eso? La rutina me cansa, todo es monótono, se repite una y otra vez. El olor de tu tabaco mezclado con tu Versace -aquel perfume violaba mis sentidos y hacía que tú fueras el que ocupara mi mente día y noche-, el aroma a café a las tantas de la madrugada, el calor de tu cuerpo bajo las sábanas. Es todo igual, no cambia: estás ahí, pero no para mí. Me levanto a las 6:00 am cada día para ir al museo a trabajar, me llega el aroma a café recién hecho y el tuyo propio, tu perfume desaparece de mis vías respiratorias al inhalar el fuerte olor de las pinturas de la restauración del cuadro -aunque permaneces en mis pensamientos- y por las noches solo me dedicas un “Hasta mañana”. Ellas te tienen y yo no, ¿cómo es posible si yo soy tu esposa? Entiendo que tu trabajo consista en complacer al público con tu música, miles de jóvenes hormonadas gritan tu nombre en los conciertos –lo que te satisface enormemente-, millones de fans van a las firmas de tus discos, te sacas fotos con ellos… ¿sabes cuál fue nuestra última foto? Aquella en la que salimos en un patio de Córdoba, hace dos años. Desde entonces no ha habido ninguna caricia, ningún susurro, ningún mordisco que me arranque el alma. En ocasiones no vienes a casa a dormir y no sé cómo tomármelo, ¿serán solo los cuadros deteriorados los que me vayan a acompañar durante mi vida? Giro la cabeza en dirección a tu lado de la cama…vacío, frío, inmaculado; igual de huérfano como mi corazón.