Él no tenía ni idea de qué iba, pero necesitaba verle, porque era como una droga, algo que me deja en las nubes. Mañana estarís aquí, como cada día, en frente de mi Clavinova, tocando una y otra vez la canción que me enseñó. Intentamos mirarnos para decirnos lo que sentíamos... Eran unos ojos claros, cristalinos, que me derrochaban amor , podía saber de sus secretos con solo mirarle. Me cogió de la mano, la deslizó por el piano y empezó a tocar la canción conmigo. Mi corazón latía con fuerza, creí que se me escapaba del pecho...Cada nota que comoponía aquella canción, la que hizo que no parase de pensar en él. Ansiaba sus labios, cálidos como el verano, suaves como la seda, que me abrazase, que aquel momento durase para siempre. Por un beso de él el mundo no se acabaría, nadie diría nada, tan sólo mi corazón gritaría.
El silencio invadía la estancia y solo se oía nuestros corazones latir, el vacío hacía penumbra en la habitación. El piano en medio, la banqueta, una puerta y una ventana con una ventana abierta en la que las cortinas de un suave amarillo ondeaban. Se acercó, dejó de tocar la pieza de la canción y juntó sus labios con los míos. Un cúmulo de sensaciones se desató en mí, nada ni nadie había hecho que perdiese de tal manera el control de mis emociones.
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