Quizás fue en ese momento, cuando la sangre corría por tus manos, cuando la vida se te escapaba de las garras como si fuera arena, quizás fue en en momento cuando te arrepentiste de tus actos. De ser un eterno pecador, de vivir en la más oscura eternidad. Decías que limpiabas de pecados a las personas mediante su sangre impura, la cual te servía de sustento. ¿Nunca te diste cuenta de que un niño no puede ser impuro? Mataste sin rencor, sin piedad, sin temor a lo que ocurriría algún día, y ahí estás, arrodillado, reclamando libertad al verte tan atrapado. La sangre no deja de brotar de aquella profunda herida que te causé, te retuerces de dolor..¿Por qué debo sentir piedad por ti, por qué debo ayudarte? Sé que no me llevará a ninguna parte el dejarte morir, pero si te dejo vivir, me llevarás a la muerte o peor, a una vida a tu lado, viendo como el mundo envejece y yo sigo con el mismo aspecto juvenil.
RIMA XXX
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?
-Gustavo A. Bécquer-
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