Fue el roce de tu mano el que me llevó a tal situación

   Inconscientemente siempre cogías mi mano, sin llegar a pensar que se pudiera originar en mí un sentimiento tan fuerte. Me cogías la mano, me mirabas y me sonreías; esa era la rutina. Una y otra vez lo hacías, pero con el cariño de la amistad de apoyo, aún yo queriendo que ese cariño variase durante unos minutos, suficientes para disfrutar de tu compañía. Te quiero, te deseo… ¿Palabras mayores? Te amo. Me sonríes y me miras, regalándome sin condiciones lo que nunca será de mi posesión totalmente. Algo de lo que disfruto pero que  me hace esclavo, quizás sea un dolor dulce, un dolor cálido; un dolor que soportaré en esta amistad por ver tu sonrisa cada mañana, por sentir el tacto de tu suave mano en mi áspera piel.

0 comentarios:

Publicar un comentario