Un simple poeta que se enamora de la persona inapropiada, ése era yo; Leonard, que se enamoró de lady Marion, que a su vez estaba prometida con el primo del rey. Escribí mil y un poemas retratando su exuberante belleza; sus ojos cristalinos, que dejaban ver la verdad; su largo cabello, como si de hilos de oro se tratasen…Su esbelta figura, su grácil andar… Toda ella era inspiración para los más rebuscados poemas.
Mis visitas a su alcoba se repetían a menudo. Ella decía que me amaba… ¿Era verdad o sólo me quería por mi escritura? Un don que a la vez me corroía, un veneno que traspasa la piel y deja huella en el papel. Mi intimidad se reflejaba en las hojas sueltas donde me desahogaba.
Marion ya no estaba a mi lado, me había traicionado. No soy persona sin ella, mi razón me abandonó, me sumí en las más oscuras palabras que empezaban a rodearme. No había razón, no había sentido de vida sin su sonrisa, sin sus miradas. Dejé que el peso de mi cuerpo hiciera lo que yo no me atrevía a hacer. El mar chocaba violentamente contra las rocas del acantilado, la lluvia limpiaba el rastro de mi vida en la Tierra, el agua me rodeaba. Noté el impacto de mi cuerpo contra las rocas del fondo…Fue cuando la oscuridad me rodeó, sin dejarme escapar, huyendo a otro mundo, donde no pueda llorar.
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