She.

Inyectó dulzura en mis venas, mordía mis labios hasta hacerlos sangrar, acariciaba mi rostro con sus manos de porcelana. ¿Qué sentía realmente? Ahí estaba ella, sentada sobre mis piernas mientras besaba con pasión mis labios. Me había traicionado más de una vez, pero su encanto me hacía caer siempre, como de costumbre, yo era su esclavo.

0 comentarios:

Publicar un comentario