ACT II
Dailos Frinnegan
No sé por qué lo hice, le recogí como si de un gato se tratase, sin importar raza o estado. Estaba tumbado en la cama mientras miraba sin punto fijo hacia el techo, pensando en lo que acababa de ocurrir. Fue un impulso, un inevitable impulso. Su mirada me decía que había algún lazo de conexión con aquel ser, o que se crearía. Un vampiro, he metido en mi casa a un vampiro. ¿Y si me ataca mientras duermo? No me sentía muy seguro, aunque aquel parecía un niño; apenas hablaba, apenas se movía, se quedaba quieto como si esperase una orden… De su amo... ¿Me habría convertido en su amo? No, lo dudo. Me levanté, de tanto estar en la cama iba a acabar cubierto de polvo si no me movía. Abrí la puerta de mi habitación.
-¿Karan?-Pregunté.
No había respuesta. Salí de la habitación y volví a la sala donde se hallaba el cuadro. Karan se había quedado dormido en el sofá. Cogí una manta y le tapé.
-Buenas noches.-Susurré.
Me quedé unos minutos observando su rostro; era perfecto, cada milímetro de su rostro era totalmente simétrico. ¿Había algo entre nosotros que yo no pudiera recordar? Karan se me hacía muy familiar. Me asomé al balcón y encendí un cigarro. Habían pasado tantas cosas… Norma, Sophie… Mi querida hija es el vivo retrato de su fallecida madre, oh Norma, si pudieras ver qué hermosa se ha hecho nuestra pequeña… Mi mirada se perdía entre las nubes, como si esperase hallar una solución entre ellas, un rayo de luz que ilumine la oscuridad de mi alma, un rayo de luz que aporte claridad a la monotonía. Di media vuelta y me apoyé en el balcón, tenía en primer plano a Karan tumbado en el sofá. Sabía que fingía dormir, no tenía sueño. Me dediqué a observarle, lo incómodo que se encontraba al notar mi mirada fija en él. Cigarro tras cigarro consumí la noche en un balcón mientras pensaba en Sophie.
-¿Dailos?-Preguntó Karan mientras se incorporaba.
Gruñí. Me había acomodado en un sillón que se encontraba al lado del sofá donde yacía Karan.
-¿Por qué no estáis en sus aposentos?-Preguntó.
-¿Por qué habláis tan formal?-Pregunté.
-Tengo bastantes años. Ahora, ¿qué hace aquí?
-No podía dormir y fui a fumar un rato.
Karan hizo una mueca de desacuerdo, no me creía.
-Debéis bañaros, ¿qué os parece si os corto el cabello? Desde que mi hija se fue a estudiar a Alemania no he cogido las tijeras y me apetece quitarme el estrés.-Sonreí.
-Con tal de que no me haga un estropicio estoy de acuerdo.
-Acompañadme, iré a pedir que os preparen el baño.
Karan se levantó. Me fijé que tenía la camisa desabrochada. Me acerqué y se la abroché.
-Gracias.-Dijo con una amplia sonrisa.
Respondí con otra sonrisa.
-Vamos.-Empecé a caminar.
Le guié hasta el baño una vez le dije a Rosalie que lo preparase.
-Ahí disponéis de todo lo que deseéis; jabón, aceites, lociones, espuma, cuchilla de afeitar… Lo necesario, en resumen.
Karan afirmó con la cabeza.
-Luego cortaremos tu cabello, está estropeado.
Abrí la puerta para salir y dejarle privacidad.
-Ah, una cosa más, las toallas están…
Karan se había quitado la camisa, en su espalda se veían miles de cicatrices, marcas y más marcas de dolor. Se giró, pero no dijo nada. Salí de la estancia con el corazón encogido, nunca había contemplado algo semejante. ¿Cuál es el pasado de aquel hombre?
0 comentarios: