Act X
Dailos Frinnegan
-¿Mentiroso? ¡Yo no miento!
-¿Ah no, usted siempre dice la verdad?
-Sí.-Respondí.
-Pues empiece por decir su verdadero nombre, Jean.
Sentí una punzada en el corazón, miré hacia otro lado deseando que todo fuera un sueño.
-Entonces eres tú.-Murmuré.
-Entonces soy yo.
Se agachó y cogió mi cara entre sus manos.
-Te he estado esperando.-Susurró.
-¿Por qué?-Pregunté.-Te traicioné, me casé y tuve una hija.
-Porque aún te amo.
Mi corazón empezaba a palpitar fuertemente.
-¿Tanto me amabas que tenía que deshacerte de mi esposa?-Pregunté dolorido.
-¿Ves las cicatrices de mi espalda? Eso es lo que me hizo su familia al enterarse de la relación que tuvimos una vez.
-¡No es excusa!
-Preferí que muriese ella a morir yo, tú harías lo mismo; al fin y al cabo somos iguales, iguales de egoístas.
-Desapareciste.
-No quería provocarte más daño.
-Te olvidaste de mí.
-Tú hiciste lo mismo.
-Pero te he recordado.
-Porque aún me amáis.
-¿Has tenido que morder a más personas para saber si eran yo?
-No, solo a ti-respiró hondo-tenía la corazonada de que no me iba a equivocar.
-¿Pretendes que te perdone?
-Por algo me quedé, ahora que ambos recordamos podemos…
-¡No!-Gritó.- ¿Crees que voy a olvidar lo que sufrí de la noche a la mañana?
-¡Calla, bastardo! Silencia tus palabras y déjame decirte lo que nunca dije, lo que no se puede expresar con el habla. Solo déjame besarte y te diré lo que callé durante años.
Se acercó lentamente a mis labios, rozándolos para luego besarlos. Me dejaba llevar, como hace quince años. Aquel callejón… No era la primera vez que nos veíamos ahí.
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