Act XI
Sophie Frinnegan
Fui corriendo hasta donde estaba padre, quería una explicación…Aunque ahora necesitaría dos; ambos en el suelo, Karan sujetaba su barbilla y le besaba. Padre se dejaba. La foto se deslizó de mis manos. Un grito agudo fue arrancado de mi garganta, al instante ambos se separaron.
-¡Sophie!-Exclamó Dailos.
Les miré y contuve las lágrimas, luego di media vuelta y empecé a caminar. Oía murmullos, quejas y mi nombre. Pero ya no atendía a nada, era cierto lo que madre me había contado de pequeña: “Llegará alguien y nos separará, pero no odies a tu padre por ello”. Empecé a correr para huir lo más posible de aquel infierno, esa imagen me atormentaba; la sangre, Karan, padre… Me pisaba los talones, corría detrás de mí mientras gritaba mi nombre desesperadamente, pero yo no quería parar.
-¡Sophie!-Gritó
-¡Déjame, tú no eres mi padre!-Contesté cuando me agarró la muñeca.
-Déjame explicártelo…
-¡No quiero excusas baratas!
-Viene de atrás, Sophie, hace quince años, tú no habías nacido…
-¿Y qué quieres decirme con eso, que tuviste un lapsus en el que enrollabas con un hombre, que eres homosexual?-Pregunté desesperada.
Padre me pegó una cachetada.
-¡Tranquilízate!-Gritó.-No sé lo que me pasó, no sé lo que me pasa, no sé lo que siento. Sophie, soy su presa, hace quince años me mordió, hace quince años me marcó.-Su voz temblaba.-Vaya a donde vaya, él estará ahí, es algo de lo cual no me puedo desprender.
-¿Y madre, la amaste alguna vez?
-A tu madre le amé como pude, lo más que pude. Sophie, lo siento.
Aquellas palabras se habían quedado grabadas a fuego en mi corazón; “Vaya a donde vaya, él estará ahí, es algo de lo cual no me puedo desprender.” ¿Mi padre estaba maldito?
Caminé y caminé hasta alejarme de aquella casa y acabar en una playa al atardecer, había pasado horas y horas caminando mientras pensaba, tanto que había llegado a la cercana costa. Me tumbé en la orilla, sintiendo cómo las olas golpeaban mi cuerpo sin éxito alguno, dejando un rastro de sal en mi ropa. Miraba hacia el cielo mientras pensaba: ¿Qué ocurrirá a partir de ahora? ¿Volveré a Alemania o me quedaré viendo el sufrimiento de mi padre? ¿Realmente merece la pena quedarse? Eran demasiadas preguntas sin respuesta, todo había ocurrido demasiado rápido. No sabía qué hacer, solo me limitaba a descansar en la arena, mientras la noche caía sobre mí como un espeso manto del cual no puedes librarte.
0 comentarios: