Act V
Sophie Frinnegan
Aquellos ojos me habían cautivado, era como estar en un mundo paralelo, donde no importa nada más que aquella mirada. Dios, aquella mirada de ojos carmesí, aquella mirada misteriosa… Daría cualquier cosa por volverla a contemplar. ¿Qué me ocurría, me estaba enamorando? No, no podía ser, es un vampiro y yo una simple humana. Llegué a la gran casa victoriana, el cochero se ofreció a ayudarme con el equipaje. Entré, todo estaba igual que cuando me había ido… La biblioteca, las habitaciones, incluso la habitación del cuadro. Entré con temor a la sala donde el cuadro de mi madre me miraba fijamente. ¿Qué había sido de ella? Padre me había dicho que había muerto… Lo extraño es que cuando me encontré con aquel joven vampiro tuve la sensación de ver el reflejo de mi madre en sus pupilas, el reflejo de su natural nobleza de corazón. Bah, serán imaginaciones mías.
Me dejé caer sobre el sofá sin apartar la mirada del gran cuadro. Cada línea, cada sombra, el cabello dorado; el pintor había clavado el cuadro, parecía incluso que ella estaba ahí.
-¿Eh?
Me fijé que la tela del cuadro estaba ligeramente descosida del marco, pero quizás fue por el paso de los años, así que no le di importancia.
Padre y Karan ya habían vuelto.
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